Bollos hornos y demás complicaciones

Tengo una teoría, y es que cuando más a flor de piel tenemos los sentimientos, mejor escribimos. Pues nos servimos como fuente de inspiración, de nuestro propio estado de ánimo. Por lo que, si hubiera escrito un post el fin de semana, hubiera sido colorido y floral. Pero decidí desconectar, con todas las consecuencias, y no llevé portatil.

Sin embargo hoy, con 8 horas dormidas en dos días, y un "comecome" en la cabeza, pues ya pinta más dramático. Hay veces, que nos comemos tanto la cabeza, que se nos genera una bola en el estómago que no nos impide dormir, comer y etcétera, etcétera. Yo creo que así, los problemas aumentan, y esa comedura de tarro es como la levadura que hace crecer nuestros problemas como un bollo en el horno. Así que cuanta más levadura, más grande hacemos el problema y cuánto más tiempo en el horno, más nos quemamos con el tema.

Es verdad que hay problemas que resultan complejos de aparcar de nuestra mente, y deberíamos pensar lo siguiente:

1. ¿Tiene solución?

2. ¿Es viable la solución?

En ocasiones, no nos inquieta tanto el problema, como la solución. Es decir, que lo que no nos gusta es la forma de arreglarlo y nos empeñamos en encecinarnos en darle vueltas. Y esta es mi teoría del origen de "No tengo el horno para bollos". A los de Panrico, no debe de sucederles por que me torturan a diario con ese tentador olor a "Donuts".